“El Templo” es el lugar encantador en el cual tengo la alegría de trabajar tres días a la semana.
Está constituido por una planta subterránea y cinco plantas superiores. Cada una propone una larga gama de productos para la felicidad buscada e inmediata. Por ejemplo, una visita por “El Templo” te provocará deseos incontrolables de investigar la procedencia de sus objetos, sus cualidades, cuales son los materiales dignos del más alto interés.
Naturalmente por llamarse “Innovación”, los productos que allí yacen cumplen la exigencia de ser innovadores, por lo tanto uno siempre tendrá la suerte de encontrarlo en el Templo.
Comenzando nuestro recorrido, viniendo de la rue Neuve, buscando aquel lugar que nos renueve el espíritu y nos haga la vida más ligera, llegamos a empujar las puertas modernas y cristalinas, para, después de recibir la sonrisa amena del hombre vestido de rojo, adentrarnos en el mundo fácil, encantador, lujoso y “encendido” por el candor de lograr una compra.
¿Compra?
Sí. Compra.
“El Templo” nos ofrece la combinación perfecta entre comer, pasear y poseer todo lo que quieras, haciendo el mínimo ejercicio posible (escaleras mecánicas accesibles por todo el lugar)
Tan agradable será tener al alcance de la mano el objeto soñado ¿verdad?
Proseguimos por nuestro camino de joyas, relojes y maquillaje, todos bien acompañados por las sonrisas “maquilladas” de felicidad.
Bajando la primera escalera mecánica comenzamos a acostumbrarnos a las llamadas incesantes de las ofertas, ofertas y ofertas siempre nuevas, siempre innovadoras.
Lo interesante del “Templo” es que descubriremos una variedad inmensa de las mejores marcas y estilos propios de nuestra evolución. Imaginen, desde un monedero de tan sólo 100 euros hasta el artefacto tecnológico con el que has soñado toda tu vida.
Placer, emoción, sorpresas y descubrimientos constantes. Satisfacción garantizada.
Vengan, ¡están todos invitados! Los trabajadores del “Templo” estaremos felices de satisfacer al cliente más ansioso, más indeciso y hambriento por poseer algo del templo. Durante ocho horas casi sin movernos, esperamos de pie calmar la sed del cliente más curioso de lo nuevo e innovador de las últimas tendencias.
No puedo imaginarme buscar, ni siquiera mirar a algo en el "Templo". Prefiero utilizar mi dinero para cosas que sirven mejor.
ResponderEliminar¿Este articulo es una sátira, no? Porque parece lleno de ironía. Me gusta mucho porque me hizo reír.
ResponderEliminarSí,¡claro!es una sátira.Trabajando en "el Templo", no pude resistir a mostrar su cara tragicómica...
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